viernes, enero 26, 2007

NUEVO PARADIGMA CONTRA ETA

Andrés Montero Gómez

El razonamiento humano es un camino plagado de trampas. Los políticos son seres humanos. Los terroristas, aunque no lo parezcan, también. Los asesores de los políticos también son 'homo sapiens'. Todos tienen en común que suelen incurrir en errores de razonamiento, que a su vez comprometen sus procesos de extracción de juicios. Estos resbalones de la razón se intensifican en situaciones de alta presión contextual o en aquellas otras en donde las teorías y premisas previas de cada cual son tan inamovibles que contaminan, anclándolo, todo el proceso posterior de pensamiento. No digamos nada si una de las premisas-fuerza del proceso de razonamiento tiene que ver con cuestiones identitarias, con la propia supervivencia, con la dominancia, con obtener o alcanzar privilegios.

Con ETA hemos caído en muchas trampas y varias de ellas tienen que ver con las premisas de partida en nuestro razonamiento. Cuando ETA declara una tregua, razonamos a partir de esa tregua. A primera vista parece lo más sensato, pero no lo es. En algún momento hemos escrito aquí que ETA había decidido abandonar las armas y no es una afirmación errónea. ETA ha decidido abandonar las armas, pero todavía no hemos propiciado el escenario para que su disolución suceda. La desactivación de ETA vendrá cuando considere que ha cumplido sus objetivos o cuando la dejemos sin objetivos que cumplir. Dejarla sin objetivos que cumplir significa que o bien concedemos la autodeterminación para Euskadi o bien eliminamos a ETA de la ecuación de la autodeterminación y la comenzamos a tratar como una banda criminal. De la trampa conceptual de ETA todavía no hemos salido, y el último proceso de diálogo con la banda terrorista no viene más que a demostrarlo de manera esperpéntica.
El error más desastroso de las ciencias políticas académicas es haber considerado al terrorismo como violencia política. Hemos asumido implícitamente el argumento del criminal. Llevamos años haciéndolo. Y continuamos considerando a ETA como un concepto que puede compartir campo semántico con otros conceptos, como autodeterminación y territorialidad. La primera reorientación de paradigma contra ETA es negarle el espacio conceptual que ha pervertido con su violencia. Porque la autodeterminación es un derecho legítimo en democracia, canalizable a través de vías igualmente democráticas. Tenemos que quitarle a ETA la legitimidad para hacer uso de nuestro espacio semántico democrático, de nuestro lenguaje. Eso sólo podemos hacerlo con el impulso de nuestra clase política.
Cuando ETA declara una tregua, el Gobierno se sitúa inmediatamente en posición de tregua. Lo han hecho todos, desde Felipe González, pasando por Aznar hasta Zapatero. ETA marca el ritmo y el Estado lo baila. El segundo ingrediente en la reorientación de paradigma es que el ritmo lo marca el Estado. De esta manera, evitaremos que ETA utilice cada tregua para rearmarse. Es muy sencillo, aunque parezca complicado.
Batasuna no ha querido impulsar la vía posibilista respecto a ETA, de manera que ha perdido su oportunidad. De entrada, para que el Estado recobre el ritmo hay que detener a 'Josu Ternera', que la Fiscalía del Estado impulse todos los procesos contra Batasuna, sus líderes, y analice las posibilidades de abrirlos, si existen indicios de vinculación delictiva, con todas las siglas asociadas a la izquierda abertzale. Algunos dirían que en un proceso negociador con ETA ello significa incendiar los canales de comunicación, pero se equivocarían. ETA lo ha planteado muy claramente ante el desconcierto de todos: puede haber tregua y atentados al mismo tiempo. Pues adelante.
En el diálogo con ETA sólo puede prevalecer el Estado si la organización terrorista está totalmente debilitada. Y no puede debilitarse si le damos la oportunidad de regenerarse. De acuerdo, había que intentarlo. Lo hemos intentado con el esquema clásico, pero ahora debemos pasar a un esquema alternativo. El nuevo paradigma es negociar con ETA mientras detenemos a todos, mantenemos ilegal a Batasuna, asfixiamos económicamente a la izquierda abertzale, continuamos con la dispersión de presos y no aceptamos, de ningún modo, que en el discurso terrorista se emplee ninguna denominación de política democrática.
El nuevo paradigma es que, al tiempo que se desarticula la cúpula de ETA, se continúa investigando a Otegi, se descabeza el aparato empresarial en torno al terrorismo y se cierra toda posibilidad de acción política mientras exista el terrorismo, al mismo tiempo, como digo, se mantiene abierto el canal de diálogo con la banda. Cuando se encuentren en el mayor punto de debilidad, negociarán. Y cuando lo hagan, se les ofrecerá lo único que se les puede otorgar, esto es, un tratamiento individualizado de los presos y, a Batasuna, la posibilidad de que los dirigentes que no estén por entonces en la cárcel puedan presentarse a las elecciones y ocupar alguna concejalía de ayuntamiento.
Es momento de que ignoremos los zutabes, las ruedas de prensa y las tribulaciones tácticas en análisis que no sean los meramente técnicos para utilizar toda esa información en su contra. El Estado debe recuperar la iniciativa. Que Zapatero mantenga el diálogo con ETA, pero arrestando a 'Josu Ternera'. Y después a 'Txeroki' y después a su sustituto. Quien quede, que dialogue o que lo hagan desde la cárcel. Cuando ETA esté en su máxima debilidad, negociará. La Fiscalía del Estado debe recuperar la iniciativa y acumular indicios con el trabajo intensivo de las Fuerzas de Seguridad. Al mismo tiempo, diálogo con ETA. Descartada la capacidad de maniobra de Batasuna respecto a ETA y asumida la preponderancia del terrorismo, ya es hora de que neguemos a la izquierda abertzale cualquier capacidad política. Ya tenemos la ecuación para conciliar todas las contradicciones. De este modo, además, Zapatero debería poder incluir en un pacto aglutinador a todas las sensibilidades políticas, porque la única sensibilidad que se descarta en la ecuación es la de ETA. Los independentistas que piden diálogo tienen diálogo; la derecha que reclama acción represiva puede encontrar acomodo. Incluso el PNV podría entrar con este planteamiento, pues parte de la garantía de mantener los canales abiertos pero asestando el estoque del Estado de Derecho. Tal vez no acabemos con ETA en esta legislatura y habrá más atentados, pero será desactivada. Es la hora del Estado.
(publicado en El Correo, 25 enero 2007)

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domingo, enero 07, 2007

ESCISIÓN EN ETA

Andrés Montero Gómez

El atentado de ETA en Madrid ha sorprendido a todos, menos a quienes lo cometieron. Cierto es que, unos en forma de desiderata y otros a la manera de una premonición, un número de voces venía advirtiendo sobre la eventual ruptura del proceso por parte de ETA. Los más, desde el Gobierno, desde la izquierda abertzale, desde los involucrados o desde quienes lo analizamos e incluso desde un sector de la propia ETA, estábamos en la convicción de que, aunque con sus momentos críticos, todavía era demasiado pronto para que esto se frustrara. El aparato que controla las armas en ETA se ha encargado de ponerlo más difícil si cabe, de sembrar la frustración además del terror.
Si algún fracaso podemos apuntar en el momento en que ETA quiebra sus años de atentados sin víctimas mortales es el de Arnaldo Otegi. La bomba de ETA asesinó a dos ciudadanos ecuatorianos, ha producido daños cuantiosos en un aeropuerto internacional, ha dinamitado el proceso de negociación para la desactivación terrorista y, desde luego, ha desautorizado a Batasuna y a la opción política que presuntamente quiere representar. El atentado de ETA es la ruina de Otegi. Al primero que se le quedaría expresión de estupefacción ante la noticia del atentado sería a Otegi. Estoy seguro de que no creería que ETA iba a llegar tan lejos. Probablemente, o bien estaba sobreestimando su propio liderazgo al frente del proceso o bien ignorando completamente la historia de ETA. En la banda terrorista siempre ha predominado el componente armado sobre el político, los txerokis sobre los terneras. Continúa siendo así.
La racionalización estratégica del atentado por parte de ETA es absolutamente equivocada. La matriz del argumento etarra es que Zapatero depende de obtener algo sustancial en el proceso de disolución de ETA para revalidar su escaño en La Moncloa. De entrada, es una premisa del todo cuestionable. Es evidente que, a estas alturas, varios serán los maitines que estarán dándole vueltas al paralelismo de que el PP perdiera las elecciones tras un atentado y el PSOE pueda sucumbir tras otro, aunque más en diferido. Ambos escenarios no resisten la comparación, desde luego, pero seguro que en muchos análisis ya habrán manejado la metáfora. Con todo, queda aún recorrido para que el proceso derive en resultados incluso sorprendentes. De momento, Otegi podría convertir su fracaso en un triunfo, pero para ello tendría que ser muy, muy valiente. Y me caben dudas de que sea tan inteligente.
Tras la reunión entre representantes de Zapatero y de ETA, el aparato armado terrorista debía estar calculando que todavía podía ejercer más presión en el espacio de negociación. Los terroristas ejercen presión con la violencia. Kepa Aulestia describe brillantemente, en ese sentido, cómo la identidad de ETA está fraguada en una constante inercial hacia la expresión de la violencia. Así se han socializado como organización y su instinto de supervivencia, en los momentos de toma de decisiones, es decantarse por lo violento. De manera que ETA ha debido de sopesar, erróneamente como tendrán ocasión de comprobar, que un atentado obligaría al Gobierno a hacer alguna concesión antes de que Zapatero se metiera en campaña para las elecciones generales, siempre que el atentado no cruzara la línea roja de las víctimas mortales. ETA se ha equivocado, porque ni el retorno a la violencia va a generar más concesiones, pues Zapatero está limitado por su compromiso con el Congreso en ese sentido, ni ellos mismos pueden garantizar que su violencia en lugares públicos no ocasione muertes, pues han asesinado a dos ciudadanos.
Además de ser un instrumento absurdo de presión a Zapatero, el atentado tiene una lectura en la clave interna de ETA, como siempre. Es imprescindible no olvidar estas claves si se quiere leer apropiadamente el proceso, aunque a veces nos equivoquemos en las interpretaciones o en los pronósticos. Escribiendo en el lenguaje interno de la banda, la facción armada de ETA está haciendo un ejercicio de autoafirmación por encima de Otegi y de Ternera. ETA ha bombardeado el puente hacia su propio final, aunque Otegi y Ternera pueden reconducirlo. Afortunadamente, Zapatero no ha hecho ninguna concesión durante todo este tiempo, actuando con un olfato e inteligencia que puede que ni él mismo se esperara. Esta dosificación en los movimientos del Gobierno le otorga ahora una ventaja estratégica que no es desdeñable pero que, desgraciadamente, depende para materializarse de lo que ahora estén dispuestos a hacer Otegi y compañía.
El proceso puede reorientarse si Otegi, ahora ninguneado por el aparato armado de ETA, se desmarca definitivamente de la violencia y se presenta a las elecciones municipales. La jugada tendría el mismo valor posicional, en clave interna de ETA, que el atentado. La banda terrorista no se lo esperaría y quedaría momentáneamente fuera de juego, lo que recuperaría para Batasuna el centro del espacio negociador. Claro que esto supondría que Otegi es independiente de ETA, que tiene peso específico, que puede creerse eso de ser el Gerry Adams de Euskadi. Hace falta ser muy optimista para tener esperanza en esta alternativa.
La única opción de recobrarse ahora es una escisión, una lo suficientemente potente como para que sea creíble. Otegi puede convocar una rueda de prensa declarando que Batasuna descarta la violencia como medio para conseguir la autodeterminación y la independencia de Euskadi. La guinda sería que Josu Ternera apoyara desde ETA esa maniobra. Lo máximo que le puede ocurrir es que Txeroki le tenga a pan y agua durante un mes. No vamos a pedir el cielo. Sin embargo, si alguno de los dos estaba buscando el escenario ideal para pasar a la historia, éste es sin duda su momento. Ellos saben que las bases de la izquierda abertzale apoyarían esa aventura en las urnas. También son conscientes de que ETA anunció el cese de atentados hace nueve meses porque ya no tiene más recorrido. En ausencia de negociación, ETA puede ser reducida a escombros con acción jurídica, policial y judicial en dos legislaturas si se recupera el consenso contraterrorista.
Zapatero no ha fracasado. El presidente del Gobierno ha cumplido escrupulosamente lo que el Congreso le autorizó, sin trasladar a un solo preso. Menos mal. Ahora le queda desarticular comandos y continuar asfixiando legalmente a Batasuna, incluso abrir investigaciones alrededor del PCTV, a la espera de que se fracture la izquierda abertzale.

(publicado en El Correo, 4 enero 2007)

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