domingo, noviembre 30, 2008
DECCAN MUYAHIDIN
Hasta el momento era desconocida y su bautizo ha venido directamente con la violencia. Es típico de bandas terroristas ligadas al yihadismo internacional, aunque no original. En los años ochenta grupos terroristas amarrados a la causa palestina y antisemita aparecían y desaparecían nombrados por la violencia. Eso tampoco era nuevo entonces. El anarquismo violento previo ya se anunciaba a través de actos violentos apalancado sobre el nefasto eslogan de la “propaganda por el acto”. Es decir, ser conocidos y nombrados a través de la violencia. Ahora, un nuevo grupúsculo terrorista ha aparecido en la India bajo el nombre Deccan Muyahidin y probablemente desparecerá tras sus atentados bautismales.
Lo novedoso de los terroristas disfrazados bajo el nombre volátil de Deccan Muyahidin no es su nebulosa y repentina presentación en la sociedad internacional, sino sus tácticas. Es relativamente… no innovador aunque sí excepcional en una célula terrorista recurrir a un ataque de guerrilla con armas de fuego en una acción violenta y coordinada contra más de un objetivo. Del mismo modo lo hicieron agrupaciones terroristas asociadas al ochentista Abu Nidal palestino que, por ejemplo, protagonizaron golpes mediante asaltos arma en mano por varios terroristas dirigidos por el conocido Carlos Illich Ramírez “Chacal”. No obstante eran acciones más enfocadas hacia el secuestro o la toma de rehenes que hacia el enfrentamiento directo, al combate con fuerzas militares o de seguridad. Ése podía ser un resultado derivado, pero no era el efecto central buscado. En cambio, el asalto coordinado de Deccan Muyahidin sobre dos hoteles de lujo y al menos otras siete localizaciones en la populosa Bombay ha tenido todas las trazas tácticas de un golpe guerrillero con propósito terrorista. El referente más cercano lo tenemos en la toma de rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú en 2002, aunque no fue exactamente un asalto guerrillero sino un secuestro suicida con rehenes.
Desde el punto de vista del análisis meramente técnico, este tipo de ataques estaba entre los escenarios posibles de la evolución del terrorismo yihadista. Nada más que recurriendo al sentido común, podemos entender que es una combinación táctica entre un ataque suicida y una acción de tiroteo convencional con rehenes. En la toma de rehenes tradicional, el grupo terrorista tenía prevista una ruta de huida; en cambio, en un asalto armado de un grupo yihadista la huida no tiene relevancia si los terroristas son mártires islamistas, dispuestos a perder la vida asesinando. Un ataque armado de enfrentamiento guerrillero con fuerzas de seguridad no entraría en los cálculos de un terrorismo tradicional tipo ETA, pero es un procedimiento ideal para el yihadismo.
Desde un plano psicológico, que es directamente vinculado a los efectos perseguidos por el terrorismo, un ataque armado con toma de rehenes es más impactante en una población turística que la explosión de una bomba, ya sea mediante suicida o través de cualquier procedimiento como el coche o el cañón bomba. La población sufre más con un secuestro que con un atentado bomba con muertos. El mensaje terrorífico es más potente, porque la sensación de indiscriminación, de arbitrariedad y, por tanto, de impredecibilidad, es mayor. Por increíble que parezca, cualquier ciudadano siente más miedo anticipatorio cuando piensa en ser secuestrado por un terrorista suicida en un hotel que si se imagina siendo víctima mortal de una bomba. La sensación de vulnerabilidad es mayor. Cuanto más tiempo se imagina uno pasando a merced de la voluntad asesina de un agresor, de un terrorista suicida desprovisto de los límites de la autoconservación, más miedo se siente, aunque el efecto final de ambos terrorismos suicidas (con rehenes o mediante bomba) sea el mismo. El súbito estallido de una bomba, aunque mortal, es menos aterrador que estar sometido a la voluntad suicida de un grupo de individuos durante un lapso de tiempo de sufrimiento que puede ser eterno, aunque las probabilidades de supervivencia en el segundo caso puedan ser superiores.
En un análisis más estratégico, que Deccan Muyahidin haya golpeado en India es menos sorprendente, y tampoco es tan relevante que el grupúsculo tenga o no tenga relación con Al-Qaida. India es un blanco político de primera línea desde cualquiera de las tribus adheridas al yihadismo con residencia en Pakistán, enemigo histórico y principal. Cualquier grupo yihadista alrededor del atractor afgano con recursos y organización para planear un ataque de ese tipo, el área turística más cercana y más occidental que tienen a mano está en la India. Bombay tiene perfil más yihadista al está alejada de la zona nacionalista de disputa tradicional indopakistaní en Cachemira, además de tener acceso por mar desde Pakistán. Es la zona turística occidentalizada más accesible para un comando terrorista con un plan de enfrentamiento. Y no importa tanto que haya sido activado o no por Al Qaida, porque con la consagrada guerra al terrorismo de la era Bush ya nos hemos asegurado que cualquier nombre, aunque recién inventado, que invoque el yihadismo va a asegurarse un lugar en el panteón de los enemigos de nuestra civilización.
(publicado en El Correo, 29 noviembre 2008)
Etiquetas: terrorismo, yihadismo
martes, noviembre 25, 2008
DISIDENTES DE LA DESIGUALDAD
(publicado en El Correo, 25 noviembre 2008)
Etiquetas: igualdad, violencia hacia la mujer
miércoles, noviembre 19, 2008
DESMANTELAR A LA ETA CIVIL
Michael Burleigh es un historiador británico. Hace años fue galardonado con el prestigiado premio de ensayo Samuel Johnson por su retrato de Tercer Reich. Entre otras cosas, Burleigh afirma que la tolerancia multicultural europea facilita el terrorismo. Es difícil contradecirle en eso. La democracia favorece el terrorismo y desde luego los medios de comunicación libres son instrumentados por las bandas criminales para difundir sus mensajes. La dinamita también es una sustancia no pensada para terroristas pero envilecida por ellos. El átomo no estaba diseñado para destruir japoneses, pero los norteamericanos arrasaron Hiroshima con un arma cargada de átomos.
El terrorismo es una de esas actividades criminales organizadas que parasita los avances sociales para golpearnos con ellos. A riesgo de pecar de simplismo, no es la existencia de un arma la que me pone en riesgo, sino la intención y la capacidad de alguien de usarla contra mí. En el norte de África no existe demasiada tolerancia multicultural y allí está instalada Al-Qaida para el Magreb. En los EEUU la tolerancia multicultural está, depende como se evalúe, en el mismo rango que la europea y a ellos les golpeó el 11-S y a nosotros el 11-M. Pakistán, sin tolerancia, parece ser el lugar de acampada de Bin Laden mientras a los españoles, tolerantes en general y triculturales genéticamente, la intolerancia de ETA nos asesina. O sea, que afirmar que la tolerancia facilita el terrorismo es como decir que la vida en el planeta Tierra promueve la criminalidad.
El terrorismo existe, desde luego, porque tenemos factores sociales que lo generan. La libertad posibilita el terrorismo. También el asesinato. Sin embargo, la democracia ha reducido al mínimo la violencia entre los seres humanos. Existen condiciones sociales estructurales de las que cualquier asesino, motivado y con recursos, se prevalecerá para cumplir sus propósitos homicidas. Lo que estamos aprendiendo con las distintas amenazas globales de hoy es que tenemos que reducir al mínimo las condiciones sociales estructurales de vulnerabilidad ante los crímenes organizados, para prevenirlos. Sin embargo, la propia naturaleza de la prevención exige que no sea a costa de desmantelar el sistema de libertades, puesto que siendo así habríamos facilitado, esta vez sí del todo, la consecución completa del horizonte de cualquier organización terrorista: la implantación de un régimen totalitario.
Es recomendable distinguir, en análisis antiterrorista, cuáles de los parámetros del contexto social en donde operan los grupos terroristas se manejan para asfixiarlos, sin estrangular al mismo tiempo a la ciudadanía. Si reducimos la tolerancia multicultural, ¿estamos disminuyendo la probabilidad del terrorismo o aumentándola?; y si limitamos la libertad religiosa en Europa, ¿favorecemos el yihadismo o lo contrarrestamos?. Preguntas con respuestas en las que no hay manera de ponerse de acuerdo. En el caso del terrorismo etarra, un interrogante interesante es que si ETA se ha planteado actuar violentamente contra el Tren de Alta Velocidad Vasco (TAV) y movilizar bases sociales para boicotearlo como parte de su estrategia a medio plazo, investigar si ETA ha infiltrado el movimiento sindical alrededor del TAV ¿tiene sentido?; ¿será contraproducente para los trabajadores vascos?; ¿o ayudará al Estado en la estrategia de desmantelamiento de ETA?.
Contradiciendo a Burleigh, un sindicato obrero no es un facilitador del terrorismo. Tampoco lo es un periódico ni una red de hostelería ni un partido político. Ahora bien, una banda terrorista puede decidir bien crear exnovo, bien infiltrar un periódico o una red de empresas o un partido político o una asociación de promoción de la lengua, a modo de instrumentos de desarrollo de su actividad criminal. La acción criminal del terrorismo no sólo tiene que ver con la planificación y ejecución de atentados, sino así mismo con la articulación de mecanismos para la coacción, el chantaje, la extorsión, la amenaza y, en definitiva, la implantación y transmisión del terror en la sociedad. Hace tiempo que en España entendimos que Batasuna era un instrumento de ETA, desfondado de la aparente naturaleza política de un partido para dedicarlo a amplificar e inyectar terror. Los terrorismos organizados aprovechan figuras sociales, como empresas, asociaciones, partidos políticos, medios de comunicación y ONGs, entre otras muchas para inocular el terror por otras vías distintas de los atentados. Actualmente, ésta ya es una verdad de manual en un mundo aterrorizado.
Etiquetas: eta, euskadi, terrorismo
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