domingo, agosto 17, 2008

EL ENEMIGO INTERIOR

La violencia de género es una de las expresiones de abuso más complejas de entender en su victimología. El ser humano está bien preparado para defenderse ante amenazas externas pero es deficiente para arreglárselas contra amenazas internas. El agresor de mujeres es una amenaza que proviene del interior de la pareja. La pareja es una construcción interpersonal definida a partir de códigos de afecto, de protección, de seguridad. El agresor de mujeres es un agente nocivo que surge de ese espacio interno de seguridad y confianza. Por eso los primeros síntomas que sufre la mujer víctima de violencia de género son intensa desorientación en lo interpersonal, fractura identitaria en lo personal y profunda autoculpabilización y vergüenza en lo emocional.

Todas las mujeres maltratadas se adaptan de una u otra forma a la violencia, en lo que denominamos Síndrome de Adaptación a Violencia de Género. Aproximadamente dos tercios de las mujeres maltratadas o bien no son capaces de identificar lo que están sufriendo como violencia, o bien identificándola la niegan o la justifican de alguna forma. Una buena parte de las justificaciones que utilizan las mujeres maltratadas son prestadas por el agresor. De esta manera, si el agresor las culpa a ellas o su comportamiento de que él se vea obligado a agredirlas, ellas se autoculparán; si el agresor menciona problemas laborales o estrés, ellas argumentarán que cuando su pareja esté menos nervioso cesará su violencia; si el violento invoca que es politoxicómano, ellas se agarrarán a esa razón para descartar que la continua violencia psicológica o de control que padece, o los empujones o incluso algún bofetón ocasional recibidos, sean en realidad violencia de género. Las toxicomanías no son causa de la violencia de género, sino facilitadores o exacerbadores de violencia o ideación violenta pre-existentes.

(diario Público, 14 agosto 2008)






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