viernes, septiembre 28, 2007

HIJOS DE ESPAÑA Y FRANCIA

El terrorismo yihadí o yihadista no es una amenaza potencial sobre España, sino un peligro cierto. Ya hemos sufrido atentados en Madrid y también, de manera desplazada pero directa, en Casablanca. La conexión de España con el imaginario mítico que sirve a los grupos terroristas del yihadismo internacional como base doctrinal para articular el mensaje justificador de la violencia es evidente. La recuperación de Al-Andalus, por muy descabellada que nos pueda parecer la idea a los seres humanos que habitamos el planeta Tierra, es un axioma que está cobrando fuerza en la propaganda ideológica de Al-Qaida. Hasta aquí, los hechos. No hay duda de ellos.

Cuando las democracias modernas ponen sus instrumentos de seguridad en guardia para responder a una amenaza o a un peligro lo hacen, en la medida de lo posible, procurando anticipar y gestionar el riesgo de que esa amenaza o peligro se materialicen. El riesgo es una ecuación que varía con el tiempo y con los contextos, de manera que el Estado debería contar con mecanismos para su evaluación y su reevaluación continuas. En España, el Gobierno ha instituido el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista en el Ministerio del Interior que, con la contribución también del CNI, debería estar en condiciones de implementar esas evaluaciones de riesgo y de diseñar respuestas preventivas. Ya veremos. El riesgo es una función en donde no sólo cuenta la amenaza, sino también las vulnerabilidades de quien va a ser potencialmente perjudicado por un peligro. De esta manera, si blindamos lo suficiente al objeto, persona o, en este caso, colectivo que ha sido amenazado, quizás ese peligro tenga muy pocas oportunidades de materializarse. Ésta ha sido la postura de la seguridad tradicional, blindarse contra las amenazas. Hay otras maneras de gestionar el riesgo. También puede actuarse directamente contra las amenazas, si se conocen bien, para debilitarlas, y entonces reducir el riesgo de las víctimas potenciales.

Lo ideal, sin embargo, es manejar la amenaza, debilitándola, al tiempo que se reduce la vulnerabilidad del colectivo, de la comunidad, sobre la que se cierne el peligro. En la gestión del riesgo terrorista se están cometiendo innumerables desaciertos, que no sólo fortalecen la amenaza sino que incrementan nuestra vulnerabilidad ante ella. Es decir, justo lo contrario de un sistema inteligente de gestión del riesgo. ¿Quién de ustedes cree que si Ayman Al Zawahiri, el número dos de Al-Qaida, menciona a Al-Andalus en uno de sus discursos y nosotros sobredimensionamos el mensaje, y no hacemos más que publicitarlo, que darle cancha, que advertir a diestro y siniestro de que Al-Andalus es un objetivo de Al-Qaida, que hacer análisis y miles de elucubraciones públicas dándonos no sólo por enterados sino por amenazados, Al-Qaida no estará encantada de haber encontrado uno de nuestro puntos débiles y se dedicará a explotar esa vulnerabilidad hasta el éxtasis? Pues dicho y hecho. El 11 de septiembre de 2006, Al-Qaida de planteaba liberar cualquier tierra islámica, desde Al-Andalus a Irak. Dos meses más tarde, un vídeo de Al-Qaida recordaba que Ceuta y Melilla son territorios ocupados a restaurar al Islam a través de la yihad.

Tan rentable le resulta la amenaza y la marca Al-Andalus a Al-Qaida que muy recientemente, en enero de 2007, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, los terroristas del Magreb, se ha reconvertido a Al-Qaida del Magreb islámico, justo un mes después de que Al-Qaida mencionara expresamente a Ceuta y Melilla en sus videos. La asignatura pendiente de la política antiterrorista es la comunicación, la gestión del discurso, la propaganda contra ideológica frente a Al-Qaida.

Tan mal lo estamos haciendo, que exponemos nuestras vulnerabilidades en público para que el yihadismo las aproveche. Después de que Al-Qaida haya apreciado claramente que su discurso terrorista encuentra un eco aterrorizado en España, su nivel explícito de amenaza contra nuestro país, como no podía ser de otra manera, ha aumentado. Ahora Ayman Al Zawahiri, que está al tanto de la televisión y de los análisis especializados que hacemos y publicamos en España sobre Al-Qaida, está tan contento con nuestro miedo público que directamente nos ha conminado a limpiar las tierras del Magreb islámico (nombre de su franquicia en el Norte de África) de los hijos de Francia y España.

El terrorismo es violencia que se transmite no sólo a través de las víctimas directas, sino por medio de la capacidad de la organización terrorista para crear escenarios de miedo en la sociedad. Demostrativo del poder de la comunicación en este proceso social, y de lo bien que lo ha entendido Al-Qaida, es que la organización yihadí internacional ha instituido As-Sahab, una fundación para promover la mass media islámica a la que ya se denomina el brazo mediático de Al-Qaida y que está dirigida por un norteamericano converso al Islam. En la errática guerra de la propaganda contra el terrorismo yihadí, de momento, estamos perdiendo y cediendo ventaja a un enemigo que estamos contribuyendo a fabricar y a hacer crecer día a día. Ignoro si funcionará la Alianza de Civilizaciones, pero una idea magnífica sería crear más pronto que tarde un instituto de contrapropaganda antiterrorista en el CNCA. Aunque será un parche, porque si no funciona coordinado internacionalmente...

(publicado en El Correo, 27 septiembre 2007)





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