miércoles, noviembre 19, 2008

DESMANTELAR A LA ETA CIVIL

Michael Burleigh es un historiador británico. Hace años fue galardonado con el prestigiado premio de ensayo Samuel Johnson por su retrato de Tercer Reich. Entre otras cosas, Burleigh afirma que la tolerancia multicultural europea facilita el terrorismo. Es difícil contradecirle en eso. La democracia favorece el terrorismo y desde luego los medios de comunicación libres son instrumentados por las bandas criminales para difundir sus mensajes. La dinamita también es una sustancia no pensada para terroristas pero envilecida por ellos. El átomo no estaba diseñado para destruir japoneses, pero los norteamericanos arrasaron Hiroshima con un arma cargada de átomos.

El terrorismo es una de esas actividades criminales organizadas que parasita los avances sociales para golpearnos con ellos. A riesgo de pecar de simplismo, no es la existencia de un arma la que me pone en riesgo, sino la intención y la capacidad de alguien de usarla contra mí. En el norte de África no existe demasiada tolerancia multicultural y allí está instalada Al-Qaida para el Magreb. En los EEUU la tolerancia multicultural está, depende como se evalúe, en el mismo rango que la europea y a ellos les golpeó el 11-S y a nosotros el 11-M. Pakistán, sin tolerancia, parece ser el lugar de acampada de Bin Laden mientras a los españoles, tolerantes en general y triculturales genéticamente, la intolerancia de ETA nos asesina. O sea, que afirmar que la tolerancia facilita el terrorismo es como decir que la vida en el planeta Tierra promueve la criminalidad. 

El terrorismo existe, desde luego, porque tenemos factores sociales que lo generan. La libertad posibilita el terrorismo. También el asesinato. Sin embargo, la democracia ha reducido al mínimo la violencia entre los seres humanos. Existen condiciones sociales estructurales de las que cualquier asesino, motivado y con recursos, se prevalecerá para cumplir sus propósitos homicidas. Lo que estamos aprendiendo con las distintas amenazas globales de hoy es que tenemos que reducir al mínimo las condiciones sociales estructurales de vulnerabilidad ante los crímenes organizados, para prevenirlos. Sin embargo, la propia naturaleza de la prevención exige que no sea a costa de desmantelar el sistema de libertades, puesto que siendo así habríamos facilitado, esta vez sí del todo, la consecución completa del horizonte de cualquier organización terrorista: la implantación de un régimen totalitario.

Es recomendable distinguir, en análisis antiterrorista, cuáles de los parámetros del contexto social en donde operan los grupos terroristas se manejan para asfixiarlos, sin estrangular al mismo tiempo a la ciudadanía. Si reducimos la tolerancia multicultural, ¿estamos disminuyendo la probabilidad del terrorismo o aumentándola?; y si limitamos la libertad religiosa en Europa, ¿favorecemos el yihadismo o lo contrarrestamos?. Preguntas con respuestas en las que no hay manera de ponerse de acuerdo. En el caso del terrorismo etarra, un interrogante interesante es que si ETA se ha planteado actuar violentamente contra el Tren de Alta Velocidad Vasco (TAV) y movilizar bases sociales para boicotearlo como parte de su estrategia a medio plazo, investigar si ETA ha infiltrado el movimiento sindical alrededor del TAV ¿tiene sentido?; ¿será contraproducente para los trabajadores vascos?; ¿o ayudará al Estado en la estrategia de desmantelamiento de ETA?.

Contradiciendo a Burleigh, un sindicato obrero no es un facilitador del terrorismo. Tampoco lo es un periódico ni una red de hostelería ni un partido político. Ahora bien, una banda terrorista puede decidir bien crear exnovo, bien infiltrar un periódico o una red de empresas o un partido político o una asociación de promoción de la lengua, a modo de instrumentos de desarrollo de su actividad criminal. La acción criminal del terrorismo no sólo tiene que ver con la planificación y ejecución de atentados, sino así mismo con la articulación de mecanismos para la coacción, el chantaje, la extorsión, la amenaza y, en definitiva, la implantación y transmisión del terror en la sociedad. Hace tiempo que en España entendimos que Batasuna era un instrumento de ETA, desfondado de la aparente naturaleza política de un partido para dedicarlo a amplificar e inyectar terror. Los terrorismos organizados aprovechan figuras sociales, como empresas, asociaciones, partidos políticos, medios de comunicación y ONGs, entre otras muchas para inocular el terror por otras vías distintas de los atentados. Actualmente, ésta ya es una verdad de manual en un mundo aterrorizado.

ETA está preparando a sus bases en todos los frentes para una campaña continuada de violencia. El TAV recibirá ataques en forma de atentados pero también a través del acoso laboral y social, de la adulteración que ETA ha hecho de ciertos movimientos de la sociedad civil en Euskadi. Hasta el momento, la acción del Estado de Derecho ha desmantelado alguno de los frentes de ese movimiento etarra, como buena parte del empresarial, casi todo el político, una porción importante del internacional. Casi nada se ha hecho, no obstante, sobre los frentes asociativo y sindical infiltrados o directamente diseñados por ETA, la denominada eufemísticamente ETA civil. Ya es hora de explorar ese visible lado oscuro.

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